Liberarse del Alcohol: La Transformación de Chris Marshall
La historia de Chris Marshall comienza con un traspié adolescente. A los 16 años, en su segunda experiencia con el alcohol, destrozó el coche de su madre, recibió una multa por conducir ebrio y pasó una noche en la cárcel. Sin embargo, esto no lo llevó de inmediato a la sobriedad. Por el contrario, descubrió que el alcohol facilitaba sus interacciones sociales y reforzaba su sentido de pertenencia. Al ingresar a la Universidad de Texas en San Antonio y unirse a una fraternidad, su consumo solo aumentó.
Con el tiempo, sin embargo, el abuso de alcohol de Marshall empezó a preocupar incluso a sus hermanos de fraternidad. “Incluso en ese entorno donde emborracharse era habitual, mi forma de beber destacaba: más intensa y por motivos distintos a los de mis amigos”, recuerda Marshall, originario de Houston. A los 23 años, se dio cuenta de que no podía ni parar ni reducir por sí solo. Afortunadamente, aún cubierto por el seguro médico de su madre, pudo acceder a una rehabilitación por alcoholismo. Un psiquiatra reveló la raíz de su consumo excesivo: enmascaraba luchas internas contra la ansiedad y la depresión.
“Fue la primera vez que alguien me dijo: ‘Estás automeditándote con alcohol’”, relata Marshall. Esa revelación conectó todos los puntos. Su médico le recetó medicamentos para la ansiedad, la depresión y los problemas de sueño. En los dos años siguientes, no solo logró la sobriedad, sino que también redujo gradualmente su dependencia de los fármacos. Mirando hacia atrás, Marshall comprende que usaba el alcohol como muleta para acercarse a los demás y construir una identidad. “El alcohol es una moneda social”, reflexiona.

La Clave de la Sobriedad: Apoyo y Nuevos Hábitos
James Murphy, doctor en psicología de la Universidad de Memphis y especialista en comportamientos adictivos, subraya que buscar ayuda, como hizo Marshall, es crucial para superar el abuso de alcohol. “La recuperación tiene más probabilidades de éxito cuando cuentas con mucho apoyo: consejeros profesionales, amigos, grupos de apoyo y familia”, explica Murphy. Añade que las terapias, los medicamentos adecuados y nuevas actividades pueden encender “pasión, curiosidad y alegría”, consolidando un estilo de vida sobrio.
El camino de Marshall lo demuestra. Tras volverse sobrio, se formó como consejero certificado en abuso de sustancias y trabajó durante 18 meses en una clínica de desintoxicación. Más tarde, notó un problema recurrente entre los clientes: la falta de espacios sociales sin alcohol. En 2017, abrió Sans Bar en Austin, Texas, un local que sirve únicamente bebidas no alcohólicas. Este espacio se convirtió en un refugio no solo para él, sino también para otros que buscaban una alternativa social segura.
Rompiendo Estereotipos: La Sobriedad No Es Aburrida
Tawny Lara encarnó alguna vez el arquetipo de la “chica fiestera bartender”, experimentando con alcohol y drogas desde mediados de su adolescencia. Hoy, escritora y oradora en Nueva York, luchó varias veces con la sobriedad antes de cansarse de las “gimnasias mentales” para justificar sus excesos. “Cada noche seguía el mismo guion: consumo excesivo, colapsos emocionales, comida rápida a las 2 de la mañana y resaca al día siguiente”, recuerda. La sobriedad lo cambió todo. “Ahora, mi vida está llena de autoconciencia y posibilidades: tengo tiempo y dinero para perseguir mis sueños.”
La sobriedad también le permitió aceptar plenamente su bisexualidad. Ahora da charlas sobre la intimidad sobria y escribió un libro al respecto. Al principio, no beber la hacía sentir incómoda, como si un cartel luminoso anunciara su elección. Pero pronto se dio cuenta: “A la mayoría de la gente no le importa qué bebes.” Quienes insistían en preguntar solían revelar sus propios problemas con el alcohol. “Pensaba que la sobriedad era aburrida, pero ahora veo que la vida de fiestera lo era”, concluye.
Planificando la Vida Social Sobria
Navegar por situaciones sociales tras el alcohol requiere preparación. Murphy aconseja: “Acude a eventos con un objetivo claro. Si se trata de beber con moderación, planifica exactamente la cantidad, tipo y ritmo de las bebidas. Para la abstinencia, recuérdate por qué elegiste esto.” Sugiere practicar cómo rechazar tragos – optando por alternativas sin alcohol – y prepararse para los antojos con herramientas como técnicas de respiración. Contar con aliados que respeten tu decisión y saber que puedes irte en cualquier momento también es clave.

Lara está de acuerdo. “Nunca sacrifiques tu salud mental por un evento”, afirma. “Si una cita o una fiesta con alcohol te genera ansiedad, está bien cancelar o irte antes. Quien te quiera lo entenderá.” Ahora disfruta de momentos sobrios en conciertos o bodas, valorando la claridad para “recordar conversaciones y experiencias especiales”.
Sanar Ayudando a Otros
Criado en una familia religiosa negra abstemia, Marshall enfrentó el estigma cultural hacia los medicamentos y las enfermedades mentales. Esto complicó su recuperación. “Al inicio de la sobriedad, puedes sentirte peor – más ansiedad, menos alegría – pero estás eligiendo un camino que, con el tiempo, mejora tu bienestar”, dice. Una vez sobrio, se convirtió en un “sanador herido”, ayudando a otros como consejero. El éxito de Sans Bar – organizando happy hours corporativos y eventos pop-up por todo el país – refleja su misión de crear conexiones sin alcohol.
El Viaje y el Significado de la Sobriedad
La sobriedad es tanto un proceso como un destino. El lema de Marshall es: “Mientras intentes mejorar poco a poco, no puedes fallar.” Lara coincide, viendo la vida sobria como llena de posibilidades, mucho más allá de sus días de borrachera. “La sobriedad es cuidarte a ti mismo, no complacer a otros”, dice.
Con apoyo profesional, autodescubrimiento y estrategias sociales inteligentes, la sobriedad se vuelve alcanzable. Las historias de Marshall y Lara prueban que no solo es posible, sino también una puerta hacia una existencia más auténtica y plena.