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En los últimos años, los científicos han prestado cada vez más atención a la relación entre la salud mental y la salud física. El 7 de noviembre de 2023, dos nuevos estudios aportaron evidencias emocionantes en este campo, demostrando que la depresión, la ansiedad y el estrés prolongado aumentan significativamente la probabilidad de sufrir enfermedades cardíacas. Estos descubrimientos, que se presentarán en la Sesión Científica 2023 de la Asociación Americana del Corazón, no solo profundizan en nuestra comprensión de la conexión “mente-corazón”, sino que también podrían transformar las prácticas médicas.
La depresión y la ansiedad aceleran los riesgos cardiovasculares
En el primer estudio, un equipo del Hospital General de Massachusetts analizó datos de salud de más de 70,000 adultos con una edad promedio de 49 años durante una década. Los resultados revelaron que las personas diagnosticadas con depresión o ansiedad desarrollaron factores de riesgo clave para enfermedades cardiovasculares, como hipertensión, diabetes tipo 2 y colesterol alto, antes que aquellos sin estos problemas mentales, con un adelanto promedio de 6 meses. Más alarmante aún, este grupo tuvo un 35% más de riesgo de sufrir eventos cardiovasculares graves, como infarto de miocardio o accidente cerebrovascular.
Los investigadores señalan que esto podría deberse a que la depresión y la ansiedad alteran el funcionamiento del cerebro, desencadenando reacciones en cadena en el cuerpo. Por ejemplo, el estrés psicológico puede elevar los niveles de inflamación o favorecer la acumulación de grasa en los vasos sanguíneos, sentando las bases para problemas cardíacos. Además, se identificó una característica genética relacionada con la sensibilidad al estrés: las personas con esta predisposición mostraron factores de riesgo cardiovascular hasta 1.5 años antes que el promedio, lo que sugiere que la interacción entre genes y estado mental juega un papel crucial en la salud cardíaca.
La amenaza oculta del estrés acumulado
Un segundo estudio independiente examinó los efectos del estrés acumulado a largo plazo en el corazón. Los investigadores evaluaron el nivel de “estrés percibido” en 2,685 adultos participantes del Estudio del Corazón de Dallas mediante cuestionarios. Los resultados mostraron que quienes experimentaban mayores niveles de estrés tenían un 22% más de riesgo de desarrollar aterosclerosis (acumulación de placas en las arterias que reduce el flujo sanguíneo) y un 20% más de probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares, como enfermedad coronaria o insuficiencia cardíaca.
El estudio también identificó grupos con mayor prevalencia de estrés acumulado: mujeres, personas de 18 a 45 años con ingresos o educación bajos, afroamericanos o hispanos, quienes enfrentaron discriminación racial, y aquellos sin seguro médico o con hábitos como hipertensión, sobrepeso, sedentarismo o tabaquismo. Los investigadores creen que el estrés no solo daña directamente la salud física, sino que también puede empeorar los riesgos cardíacos al fomentar estilos de vida poco saludables, como fumar o permanecer sedentario.
Mecanismos biológicos de la conexión mente-corazón
Ambos estudios apuntan a una conclusión clave: existe un vínculo profundo entre la salud mental y la salud cardíaca. El estrés y los problemas emocionales pueden afectar el corazón a través de diversas vías biológicas. Por ejemplo, niveles elevados de cortisol (una hormona del estrés) pueden alterar el equilibrio del azúcar en sangre, promover la inflamación y dañar el sistema vascular, creando condiciones para las enfermedades cardiovasculares.
Los investigadores también sugieren que los problemas mentales podrían inducir cambios en el funcionamiento cerebral que se propagan al resto del cuerpo. En un resumen de la investigación, los organizadores de la conferencia destacaron que la depresión y la ansiedad pueden intensificar la inflamación y la acumulación de grasa, factores clave en las enfermedades cardíacas.
Implicaciones para el futuro
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en Estados Unidos, cobrando más de 800,000 vidas al año, y más de uno de cada diez adultos ha sido diagnosticado con problemas cardíacos. Ante esta realidad, los hallazgos de estas investigaciones ofrecen nuevas perspectivas para la prevención y la intervención. Los expertos recomiendan aumentar la frecuencia de cribado de factores de riesgo cardiovascular en personas con depresión o ansiedad para detectar y tratar a tiempo problemas como hipertensión, colesterol alto o diabetes.
La Dra. Ijeoma Eleazu, cardióloga e investigadora principal del segundo estudio en el Centro Médico Suroeste de la Universidad de Texas, afirmó: “Prestar atención a la salud mental no solo busca la paz interior, sino que también impacta significativamente nuestra salud física. Espero que en el futuro los pacientes hablen más con sus médicos sobre sus niveles de estrés, y que los médicos evalúen proactivamente esta carga para mejorar los resultados de salud juntos”.