Lo que debes saber sobre el Trastorno del Espectro Autista (TEA)
Lo que debes saber sobre el Trastorno del Espectro Autista (TEA)

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) describe un grupo de trastornos del neurodesarrollo que se hacen evidentes durante la primera infancia. Ciertos factores genéticos y ambientales pueden contribuir a su desarrollo. Las personas con TEA a menudo muestran diferencias en la comunicación y la interacción social, así como intereses restringidos y patrones repetitivos de comportamiento.

¿Cuáles son los síntomas del autismo?

Los síntomas del TEA generalmente se hacen claramente evidentes durante la primera infancia, entre los 12 y los 24 meses de edad. Sin embargo, los síntomas también pueden aparecer antes o después. Los síntomas tempranos pueden incluir un retraso notable en el desarrollo del lenguaje o las habilidades sociales.

Problemas con la comunicación y la interacción social

El TEA puede implicar una variedad de problemas con la comunicación, muchos de los cuales aparecen antes de los 5 años. Aquí hay un ejemplo de cómo pueden manifestarse con el tiempo:

  • Desde el nacimiento: dificultades para mantener el contacto visual.
  • A los 9 meses: no responden a su nombre; no muestran expresiones faciales que reflejen sus emociones (como sorpresa o enojo).
  • A los 12 meses: no participan en juegos interactivos básicos; no usan un nombre especial para llamar a los padres, como “mamá” o “papá”; usan pocos o ningún gesto, como agitar la mano.
  • A los 15 meses: no comparten sus intereses con los demás (por ejemplo, no muestran un juguete favorito).
  • A los 18 meses: no señalan ni miran hacia donde señalan los demás; no señalan para mostrar algo a otra persona.
  • A los 24 meses: no notan cuando otros están tristes o heridos; no dicen más de una o dos palabras.
  • A los 36 meses: no notan a otros niños ni se unen a ellos en el juego.
  • A los 48 meses: no participan en juegos de fantasía, como pretender ser médico o maestro.
  • A los 60 meses: no cantan, actúan o bailan.

Además, los niños autistas pueden tener dificultades para expresar sus sentimientos o comprender los de los demás a partir de los 36 meses. A medida que crecen, pueden tener problemas para hablar o habilidades verbales muy limitadas. Otros niños autistas pueden desarrollar habilidades lingüísticas a un ritmo desigual. Por ejemplo, si un tema les interesa mucho, pueden desarrollar un vocabulario muy fuerte para hablar sobre ese tema, pero pueden tener dificultades para comunicarse sobre otros temas.

Cuando comienzan a hablar, también pueden hacerlo con un tono inusual, que va desde un tono agudo y “melódico” hasta un tono robótico o plano. También pueden mostrar signos de hiperlexia, que implica leer más allá de lo que se espera para su edad. Los niños con TEA pueden aprender a leer más temprano que sus compañeros neurotípicos, a veces tan pronto como a los 2 años. Sin embargo, es poco común que comprendan lo que están leyendo. Aunque la hiperlexia no siempre acompaña al autismo, una revisión de 2017 sugiere que entre el 6% y el 20% de los niños autistas muestran signos tempranos de hiperlexia, dependiendo de cómo se defina la hiperlexia.

Los niños autistas también pueden tener dificultades para compartir sus emociones e intereses con los demás o les puede resultar difícil mantener una conversación. La comunicación no verbal, como mantener el contacto visual o el lenguaje corporal, también puede seguir siendo difícil. Estos desafíos en la comunicación pueden persistir durante la adultez.

Patrones de comportamiento o actividades restringidos o repetitivos

Además de los problemas de comunicación e interacción social mencionados anteriormente, el autismo incluye síntomas relacionados con los movimientos corporales y los comportamientos. Estos pueden incluir:

  • Movimientos repetitivos, como balancearse, agitar los brazos, girar o correr de un lado a otro.
  • Ordenar objetos, como juguetes, en un orden estricto y molestarse cuando ese orden se altera.
  • Apego a rutinas estrictas, como las que tienen que ver con la hora de dormir o el camino a la escuela.
  • Repetir palabras o frases que escuchan de otras personas una y otra vez.
  • Molestarse por pequeños cambios.
  • Enfocarse intensamente en partes de objetos, como la rueda de un camión de juguete o el cabello de una muñeca.
  • Reacciones inusuales a estímulos sensoriales, como sonidos, olores o sabores.
  • Intereses obsesivos.
  • Habilidades excepcionales, como talento musical o capacidades de memoria.

¿Cuáles son los diferentes tipos de autismo?

El DSM-5-TR (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 5ª edición, revisión de texto) actualmente reconoce cinco subtipos o especificadores del TEA:

  • Con o sin discapacidad intelectual acompañante.
  • Con o sin discapacidad del lenguaje acompañante.
  • Asociado con una condición médica o genética conocida o un factor ambiental.
  • Asociado con otro trastorno del neurodesarrollo, mental o conductual.
  • Con catatonia.

Una persona puede recibir un diagnóstico de uno o más especificadores.

Antes del DSM-5-TR, las personas autistas podían haber recibido un diagnóstico de:

  • Trastorno autista
  • Síndrome de Asperger
  • Trastorno del desarrollo generalizado no especificado (PDD-NOS)
  • Trastorno desintegrativo infantil

Es importante señalar que una persona que recibió uno de estos diagnósticos anteriores no ha perdido su diagnóstico y no necesitará una reevaluación.

¿Qué causa el autismo?

La causa exacta del TEA no se conoce. Algunos factores de riesgo sospechosos para el TEA incluyen:

  • Tener un miembro cercano de la familia con autismo.
  • Algunas mutaciones genéticas.
  • Síndrome del X frágil y otros trastornos genéticos.
  • Haber nacido de padres mayores.
  • Bajo peso al nacer.
  • Desequilibrios metabólicos.
  • Exposición a metales pesados y toxinas ambientales.
  • Historia materna de infecciones virales.
  • Exposición fetal a medicamentos como ácido valproico o talidomida.

¿Qué pruebas se utilizan para diagnosticar el autismo?

El diagnóstico del TEA incluye:

  • Varios exámenes de detección.
  • Pruebas genéticas.
  • Evaluaciones.

Exámenes de desarrollo: La Academia Americana de Pediatría (AAP) recomienda que todos los niños sean evaluados para detectar el TEA a los 18 y 24 meses de edad. La detección temprana puede ayudar a identificar el TEA en los niños más pronto y permitirles recibir un diagnóstico temprano y apoyo.

Modified Checklist for Autism in Toddlers (M-CHAT) es una herramienta común de detección que muchas consultorios pediátricos utilizan. Es importante recordar que la detección no es un diagnóstico. Los niños que dan positivo en la prueba de detección no necesariamente tienen TEA.

¿Qué tratamientos están disponibles para el autismo?

Actualmente no existen “curas” para el TEA, pero varias terapias de apoyo y otros enfoques pueden ayudar a aliviar algunos síntomas y mejorar la calidad de vida. Entre los tratamientos más comunes se encuentran:

  • Terapia conductual
  • Terapia de juego
  • Terapia ocupacional
  • Terapia física
  • Terapia del habla

Masajes, ropa y mantas con peso, y técnicas de meditación también pueden ayudar a algunas personas autistas a manejar sus síntomas, aunque los resultados pueden variar. Algunas personas pueden responder bien a ciertos enfoques, mientras que otras no.

Conclusión

El TEA es una condición compleja cuyos síntomas pueden variar considerablemente de una persona a otra. No hay cura para el autismo, pero existen varios enfoques que pueden ayudar a manejar los síntomas, desarrollar habilidades sociales y mejorar la calidad de vida.

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