El hígado es un órgano incansable que realiza más de 500 funciones vitales. Combate infecciones, filtra desechos y toxinas de la sangre y convierte grasas, proteínas y carbohidratos en energía y nutrientes. Esta maravilla multitarea es esencial para tu salud general. Sin embargo, su trabajo constante lo hace vulnerable a diversas formas de enfermedad hepática, incluyendo la enfermedad hepática relacionada con el alcohol (ALD) y la enfermedad hepática grasa no alcohólica (NAFLD).
¿Qué son ALD y NAFLD?
Tanto la ALD como la NAFLD provienen de daños en el hígado que afectan su capacidad para procesar células grasas en energía, nutrientes o desechos. Cuando se acumula exceso de grasa, puede desencadenar inflamación, haciendo que el hígado se hinche e irrite. Con el tiempo, esta inflamación puede llevar a cicatrices que limitan la función hepática.
Entendiendo la Enfermedad Hepática Grasa No Alcohólica
Ahora conocida como enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (MASLD), la NAFLD está estrechamente vinculada a la obesidad y condiciones relacionadas como la diabetes tipo 2. Investigaciones la señalan como la principal causa de enfermedad hepática a nivel mundial, afectando a casi uno de cada tres adultos. En EE. UU., es la afección hepática crónica más común.
La NAFLD avanza en dos etapas principales: hígado graso simple y esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (MASH). El hígado graso simple ocurre cuando la grasa supera el 5% del peso del hígado. Aproximadamente uno de cada cinco individuos progresa a MASH, donde la inflamación causa más daño.
Las personas con sobrepeso tienen mayor riesgo. Estudios muestran que hasta el 75% de las personas con sobrepeso y más del 90% de las que tienen obesidad severa (45 kg por encima del peso ideal) pueden tener NAFLD. Asimismo, más de un tercio de las personas con diabetes tipo 2 desarrollan esta condición. Los hepatólogos recomiendan un simple análisis de sangre para detectar NAFLD si tienes sobrepeso o diabetes.
Orígenes de la Enfermedad Hepática Relacionada con el Alcohol
La enfermedad hepática relacionada con el alcohol (ALD) surge del consumo excesivo de etanol, el componente de las bebidas alcohólicas que causa embriaguez. Tras beber, el hígado metaboliza el alcohol, produciendo toxinas como acetaldehído que deben eliminarse. Este proceso daña el hígado, matando células en cada filtración. Aunque un hígado sano puede regenerarse, el consumo crónico y excesivo puede causar daños irreversibles.
Aunque los límites varían entre individuos, los hombres que consumen más de 14 bebidas por semana y las mujeres que superan las siete se consideran “bebedores empedernidos” con mayor riesgo de ALD. Según los CDC, una bebida equivale a una cerveza de 355 ml, un vaso de vino de 150 ml o un trago de 45 ml de licor como vodka o whisky.
La ALD puede tardar una década o más en evolucionar de hígado graso a insuficiencia hepática crónica. Los síntomas suelen pasar desapercibidos hasta que cicatrices avanzadas (cirrosis) impiden la regeneración celular. Los bebedores empedernidos deben realizarse análisis de sangre específicos o procedimientos no invasivos, como una ecografía hepática, para evaluar la salud del hígado.
¿Estás en Riesgo de Enfermedad Hepática Grasa?
Si tienes sobrepeso, has sido diagnosticado con diabetes tipo 2 o consumes regularmente más alcohol de lo recomendado, podrías estar en riesgo de enfermedad hepática grasa. Consultar a tu médico es crucial, ya que el daño temprano puede revertirse. A menos que estés bajo el cuidado de un especialista en hígado, no asumas que serás examinado de rutina. Plantea tus inquietudes y síntomas de manera proactiva.
Aquí hay preguntas para iniciar la conversación:
- ¿Podría la enfermedad hepática grasa explicar mis problemas de salud recientes?
- Me preocupa mi riesgo, ¿puedes hacerme pruebas para detectarla?
- ¿Cómo puedo tratar o revertir el daño de la enfermedad hepática grasa?
- Además de cambios en el estilo de vida, ¿hay otros tratamientos?
- ¿Puede mi hígado recuperarse si dejo de beber o pierdo peso?
- ¿Cómo monitorearás el progreso o la mejora de mi hígado?
Comparación de Síntomas de ALD y NAFLD
A simple vista, ALD y NAFLD parecen similares, pero sus efectos en el hígado difieren. Las investigaciones sugieren que la NAFLD causa mayor acumulación de grasa, mientras que la ALD tiende a provocar más inflamación y cicatrices.
En las etapas iniciales, ambas condiciones pueden ser asintomáticas. Dado que afectan el hígado de manera similar, los primeros signos como fatiga y dolor abdominal se superponen. Sin embargo, la ALD puede mostrar indicios tempranos como náuseas, pérdida de apetito con pérdida de peso o pequeñas venas rojas en forma de araña en la piel.
En etapas avanzadas, los síntomas convergen: ictericia (piel amarillenta), picazón, hinchazón en las piernas (edema) y el abdomen (ascitis), sangrado gastrointestinal y confusión.
¿Cómo Progresan ALD y NAFLD?
Ni la ALD ni la NAFLD se desarrollan de la noche a la mañana; su empeoramiento es gradual. Los investigadores identifican cuatro etapas:
- Etapa 1: La grasa se acumula en el hígado, generalmente sin síntomas evidentes.
- Etapa 2: Aparece inflamación en el hígado.
- Etapa 3: La inflamación causa cicatrices (fibrosis) en el hígado.
- Etapa 4: El tejido cicatricial aumenta, limitando el crecimiento y la reparación del tejido sano, lo que lleva a cirrosis.
¿Cómo Diferencian los Médicos ALD de NAFLD?
Debido a sus similitudes, diagnosticar ALD o NAFLD puede ser complicado. Las pruebas de laboratorio ofrecen pistas, pero tu historial médico –especialmente la dieta y el consumo de alcohol– es un punto de partida clave.
Un examen físico puede revelar un hígado o bazo agrandados, abdomen hinchado, ictericia o venas en araña. En hombres, exceso de tejido mamario o testículos reducidos podrían indicar ALD.
Los análisis de sangre evalúan la función hepática, mientras que imágenes como ecografías, resonancias magnéticas, tomografías o Fibroscan brindan más detalles. En casos graves, una biopsia hepática puede determinar el avance de la enfermedad.
Diferencias en el Tratamiento de ALD y NAFLD
Tanto la ALD como la NAFLD son condiciones serias, pero un diagnóstico abre caminos para mejorar la salud del hígado. No hay una cura mágica; los cambios hacia un estilo de vida saludable son fundamentales.
Para la ALD, dejar de beber alcohol es esencial. Esto puede ser difícil, especialmente para los aproximadamente 400 millones de personas con trastornos por consumo de alcohol, lo que a menudo requiere ayuda profesional. Los bebedores empedernidos deben consultar a un médico para una abstinencia segura. También se pueden recomendar dietas bajas en sodio o diuréticos para controlar la retención de líquidos.
El tratamiento de la NAFLD sigue un enfoque similar. Si tienes sobrepeso, se aconseja una dieta baja en grasas y sodio, consumo mínimo de alcohol y ejercicio regular. Mantener un peso saludable puede mejorar la función hepática. Colabora con un nutricionista o entrenador para un plan personalizado, previa consulta médica.
Dependiendo de tu condición, podrían recetarse medicamentos para hipertensión, colesterol o diabetes. Sigue las prescripciones al pie de la letra e informa a tu médico sobre todos los tratamientos, incluidos suplementos.
Posibles Complicaciones
Cuando el hígado ya no puede desintoxicar ni nutrir el cuerpo, la ALD y la NAFLD pueden causar problemas graves: sangrado en el esófago o el tracto gastrointestinal, cambios de comportamiento, confusión, problemas circulatorios, infecciones y cáncer de hígado. Una insuficiencia hepática avanzada puede requerir un trasplante.
Prevención de ALD y NAFLD
Reducir tu riesgo es sencillo con un estilo de vida saludable. Los expertos recomiendan:
- Mantener un peso saludable.
- Seguir una dieta baja en grasas, rica en frutas, verduras, granos integrales y grasas saludables.
- Evitar el alcohol.
- Realizar ejercicio regular y mantenerte activo.
- Usar medicamentos con precaución, siguiendo las dosis recomendadas.
- Solicitar análisis de sangre anuales para revisar la salud del hígado.
Consulta a tu médico antes de cambiar tu dieta o rutina de ejercicio si tienes sobrepeso.
Puntos Clave
La enfermedad hepática grasa no alcohólica lidera las causas globales de enfermedades hepáticas, a menudo vinculada a obesidad o diabetes tipo 2, mientras que la enfermedad hepática relacionada con el alcohol proviene del consumo de alcohol. Sin tratamiento, ambas pueden llevar a insuficiencia hepática, pero una intervención temprana puede restaurar la función. Una dieta sana, vida activa y reducción del alcohol pueden detener su avance. Habla con tu médico sobre la salud de tu hígado.
Preguntas Frecuentes
¿Son reversibles la ALD y la NAFLD?
Sí, en etapas tempranas: la ALD con abstinencia y la NAFLD con pérdida de peso y un estilo de vida saludable. Las cicatrices avanzadas (cirrosis) son irreversibles.
¿Se puede beber alcohol con NAFLD?
Los expertos recomiendan dejar o reducir drásticamente el alcohol.
¿Qué tan rápido progresan ALD y NAFLD?
Varía: la NAFLD puede tardar 30 años en alcanzar cicatrices graves, mientras que la ALD puede avanzar en 10 años.
¿Todos los bebedores empedernidos desarrollan enfermedad hepática?
No, la genética podría influir (sin pruebas concluyentes), pero obesidad, diabetes, mala dieta u otra enfermedad hepática aumentan el riesgo de ALD.